En la calle Infantes de San Lorenzo de El Escorial, pegada al pequeño parque de Juan de Herrera, que toma su nombre por ser el lugar donde, supuestamente, tenía su casa el arquitecto del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial y frente a otro parque, el de Felipe II, que se conoce popularmente como el parque de Terreros, nos podemos “topar” con una estatua que nos sorprende por su realismo, su tamaño y porque desprende un aura un tanto romántica, como de otra época, se trata del Monumento al Real Cuerpo de Carabineros.
Y es que es cierto que este cuerpo armado nos queda bastante lejos en el tiempo, pues sus inicios se remontan a la época del romanticismo cuando en 1829, concretamente el 9 de marzo, en tiempos de Fernando VII, se crea por Real Decreto dicho cuerpo. Su ocupación principal era la vigilancia de costas y fronteras, así como la represión del fraude y el contrabando, una especie de Guardia Civil de nuestros días. De hecho, por Ley del 15 de marzo de 1940 quedaron integrados en la Guardia Civil, los que no fueron depurados, claro, ya que durante la Guerra Civil se mantuvieron leales al Gobierno de la República.
Este monumento fue diseñado por el escultor Rafael García Irurozqui, recordado por lo que queda del monumento al Sagrado Corazón que se encuentra en el Cerro de los Ángeles en Madrid, digo lo que queda porque durante la Guerra Civil fue bombardeado y lo que vemos hoy en día es uno posterior. No es el caso de nuestro monumento, pues éste se encuentra íntegro, a excepción de las cadenas que flanqueaban la escultura que ya no están.
El monumento se compone de una estructura rocosa con forma de pirámide truncada donde en uno de los resaltes se apoya una figura, en bronce, de un Carabinero.
Vestido con el uniforme de tropa, gorra y fusil, se lleva la mano derecha sobre los ojos para otear el horizonte, con un gesto corporal en torsión que manifiesta alerta y vigilancia, símbolo de las funciones que ejercía dicho cuerpo. Su uniforme se compone de guerrera, que no es otra cosa que una chaqueta entallada y abotonada hasta el cuello, pantalón, botas altas, gorra y cinturón. Unos pequeños ojales en los hombros servirían para atar el tahalí, un correaje que recogería a la altura de la cintura las cartucheras y la funda del arma.
Si la escultura estuviera coloreada, el uniforme sería de un color verde grisáceo como se puede ver en la fotografía que acompaño sacadas del blog elgrancapitan.org (https://bit.ly/3ne56so)
Los Carabineros tenían un lema: moralidad, lealtad, valor y disciplina. Estas palabras se inscriben en parejas y con letras de bronce en los laterales del monumento. Una corona sobre rayos en horizontal, en bronce, culmina la composición, se trata de la insignia del Real Cuerpo.
Otro símbolo se encuentra en el lateral izquierdo del conjunto conmemorativo, su emblema: un escudo labrado en la piedra que conforma una rueda dentada con dos elementos cruzados en el centro: un ancla y el caduceo del dios romano Mercurio, llamado Hermes en la mitología griega. Este dios era el encargado, entre otras cosas, de proteger los caminos y uno de sus atributos era el caduceo. En la España del siglo XIX está claro que esta protección no se la dejaban a Hermes, sino que se encargaba al Cuerpo de Carabineros.
Para finalizar el análisis de la escultura hay que señalar que en la roca también figura un relieve con la Virgen de Covadonga, patrona del Cuerpo.
En la parte de atrás, se encuentran dos placas más, una en bronce, con el retrato del General José Ramón Rodil bajo una Cruz de San Fernando, militar que en 1829 se encargó de la organización del nuevo cuerpo y otra placa de mármol donde consta un listado de militares que, según se inscribe en la placa, enaltecieron el cuerpo de Carabineros.
La cuestión es ¿por qué está aquí este monumento? Pues porque la Academia de Oficiales de los Carabineros se encontraba en San Lorenzo de El Escorial, además por aquí también estaba el Colegio de Huérfanos de Carabineros.
Fue en 1929 cuando se decidió colocar e inaugurar este monumento en el mismo sitio donde se encuentra hoy en día. Se quería hacer coincidir el evento con el centésimo aniversario del cuerpo, el 9 de marzo, pero al morir la Reina Madre, María Cristina de Habsburgo, a finales de febrero se retrasó al domingo 9 de septiembre, coincidiendo con la fiesta de la Virgen de Gracia de la Real Villa.
Ese día se congregó en San Lorenzo una multitud de gente para el cortejo, la romería y la inauguración del monumento, Carabineros incluidos, por supuesto, vestidos con sus mejores galas y sobre la cabeza ros, sombrero del traje de media gala , todo presidido por la Infanta Isabel de Borbón, popularmente conocida como la Chata, en representación de la Casa Real.
Pero el jolgorio de aquel día queda ya en el olvido, en la hemeroteca o en nuestra imaginación. Una imaginación que intenta evocar otros tiempos cuando nos topamos con la estatua de los Carabineros mientras paseamos por calles como ésta de San Lorenzo de El Escorial.